viernes, 19 de marzo de 2010

Strella

Al principio del film se hace una pequeña aclaración sobre el título. Strella representa un juego de palabras en griego, hace alusión a estrella pero también a la locura. De este modo se define al personaje pero también a la historia que veremos a continuación.
Poco acercamiento he tenido al cine griego fuera de Angelopoulos, sin embargo junto con la selección de la muestra internacional de cine vino una interesante película que aborda una singular y tremenda historia de amor.
Yiorgos es un hombre de mediana edad que acaba de salir de la cárcel tras cumplir una larga condena y se dirige a Atenas para empezar de nuevo su vida. En breve conocerá a Strella, una joven prostituta transexual, imitadora de María Callas en un cabaret y rodeada de una serie de personajes de lo más “pintorescos” (entiéndase gays). La joven cautiva y seduce a Yiorgos y éste, quizá acostumbrado por sus previas experiencias en prisión, cae en sus encantos enamorándose de ella.
La vida de ambos trascurre felizmente mientras se van integrando y conociéndose mutuamente, sin embargo un inesperado giro narrativo develará un pasado en común que significará un detonante en la historia. A partir de este momento la trama puede tomar cualquier dirección y los personajes reaccionar apasionadamente, convirtiéndose en una tragedia catastrofista y fatal. Sin embargo el guionista (
Panajotis Evangelidis) logra resolver de una manera conciliadora sin caer en lo meramente optimista.
Con una mezcla entre lo dramático y lo cómico, el director
Panos H. Koutras nos muestra los bajos fondos de Atenas y más específicamente de la comunidad gay, sumamente gregaria pero con lazos muy fuertes entre sus integrantes.
Quizá la película recae un poco en la segunda mitad, agrega unos intervalos de animación bastante forzados y contiene una secuencia final, que para mí agrado sobra totalmente, pero no deja de ser una historia original, bien filmada y que representa un fuerte golpe a las buenas conciencias.

Al parecer Koutras encontró muchas dificultades para realizar éste, su tercer largometraje. Debido al fuerte contenido de la película, en cuanto a su temática, muchas productoras le rechazaron el guión, por lo que, al final decidió rodarlo independientemente y con actores desconocidos. Sin embargo, quizá gracias a ello, se logra una cinta con un tono muy intimista y el acercamiento a los personajes es poderoso. Puede ser que en nuestro país esta película escandalice a más de un grupo conservador (aunque dudo que la lleguen a ver siquiera) pero aparece a tiempo y pone el dedo justo en la yaga que representan las polémicas por los derechos de los homosexuales en nuestro país.

Shutter Island

Gracias a la enorme campaña promocional que tuvo más como cinta de terror que de suspenso, pudimos gozar a tiempo, en nuestros cines xalapeños, del vigésimo primer largometraje de Martin Scorsese: Shutter Island.
El consagrado director italoamericano regresa a las pantallas, después de su aclamada Los infiltrados, con una adaptación de la novela homónima del escritor Dennis Lehane. El resultado es un impresionante film noire con tintes de terror psicológico, extrañas conspiraciones y viajes oníricos.
Son los años cincuenta y los agentes federales Teddy Daniels (Di Caprio) y Chuck Aule (Ruffalo) son requeridos en una apartada isla de la bahía de Boston para investigar la desaparición de una de las pacientes del hospital psiquiátrico de Ashcliffe, dirigido por el misterioso doctor Cawley (Kingsley).
Las extrañas circunstancias del caso comienzan a despertar sospechas en los agentes y a desentrañar intrigas de lo que realmente se lleva a cabo en aquél lugar remoto. Al mismo tiempo conocemos el verdadero motivo del viaje de Daniels a la isla: el asesino de su esposa se encentra internado ahí.
La trama comienza a tornarse más sofocante y claustrofóbica, lo real empieza a mezclarse con lo onírico, la locura a contagiarse.
Hasta aquí podemos contar sin estropear esta historia llena de suspenso y vueltas de tuerca, al más puro estilo policiaco. Sin embargo lo que lo convierte en un film sobresaliente no es tanto la trama (un tanto cliché), sino la maestría en la dirección.
Scorsese hace acopio de varios elementos para contribuir a la sensación de claustrofobia que envuelve la cinta. Un estupendo juego de ángulos donde predominan planos cerrados, picados y contrapicados, abundancia de humedad en los ambientes, poca luz, colores opacos y una admirable actuación por parte de Di Caprio, donde se puede apreciar el gradual trastorno de su personaje. Este papel quizá le brinda una de sus mejores actuaciones, a la vez que, poco a poco, le aleja del estigma de cara bonita de Hollywood.
Igualmente admirable resulta el trabajo de fotografía de Robert Richardson, quien en otras ocasiones ha colaborado con Scorsese en cintas anteriores como El aviador (2004) y Casino (1995).
Shutter Island representa un ejercicio de suspenso que logra su cometido con enorme éxito, donde la narrativa mantiene cautivo al espectador y el final sorprende. Pero también la historia nos habla de la violencia humana o más bien de la violencia como medida de los hombres, como el arma para lograr la supervivencia.
Quizá ésta no sea la mejor de las películas de Scorsese, quien presenta una lista de obras maestras, sin embargo sobresale de entre un diluvio de pésimas producciones que la meca del cine estadounidense ha concebido en los últimos años y que han inundado nuestras salas de proyecciones. Sin duda alguna Shutter Island es entretenimiento de calidad.

domingo, 14 de marzo de 2010

Eagle vs Shark






Todo mundo, o casi todo mundo sabe de la existencia de Nueva Zelanda (aunque pocos podrían ubicarla en el mapa) gracias a la trilogía del Señor de los anillos dirigida por Peter Jackson. Mediante esta epopeya fantástica dimos cuenta de los maravillosos paisajes que nos ofrece este remoto país. Sin embargo en este lado del orbe, nuestro conocimiento sobre el cine neozelandés es muy pobre o nulo en muchas ocasiones, a excepción, quizá, de las dos películas rodadas en la década de los noventa que resaltarían en el escenario internacional: El piano (1993) de Jane Campion, y la brutal Somos guerreros (1994) del director Lee Tamahori, y que asestaría un duro golpe a las buenas conciencias mostrando la realidad violenta y desolada de las familias maoris.
Hasta mí llegó hace un par de semanas un DVD con un film neozelandés titulado Eagle vs Shark (que traduciré como Águila vs Tiburón; aunque no dudo que si llega a los videoclubs mexicanos, si es que llega, será bautizado con un terrible título en español). Esta película ha sido catalogada por la crítica bajo la ambigua etiqueta de comedia “Indie”, un tipo de comedia que, como su nombre lo indica, ha sido producida independientemente, pero que también se caracteriza por un humor un poco mas refinado y, en muchas ocasiones, con una estética inclinada hacia lo kisch.
Eagle vs Shark nos presenta una historia de amor atípica entre dos inadaptados, gloriosamente interpretados por Loren Horsley y Jemaine Clement.
Lilly (Horsley), una insípida cajera de un restaurante fastfood, espera ansiosa todos los días la visita de su amor platónico Jarrod (clement), un antipático nerd convencido de que es cool y que trabaja en una tienda de videojuegos. Las esperanzas de Lilly se ven favorecidas cuando es invitada, accidentalmente, a una fiesta organizada por Jarrod, donde todos tienen que ir disfrazados de su animal favorito. Ella asiste a la fiesta disfrazada de tiburón y él de águila. El interés de Jarrod es capturado por Lilly cuando, dentro del marco de la fiesta, ella demuestra sus habilidades para los juegos de video y decide invitarla a su cuarto para mostrarle sus velas hechas en casa. La velada culmina con un patético encuentro sexual.

Este es solo el comienzo de una relación turbulenta y risible, que se desarrollará gracias a un viaje al pueblo natal de Jarrod con el fin de que éste rete a su archirrival de la adolescencia y que nos revelará a su desarticulada familia.
Con un sentido del humor torpe, sutil y situaciones que rayan en lo absurdo, la película esboza personajes risibles pero a la vez entrañables, y nos enfrenta a sentimientos como el amor, soledad, la decepción y el dolor por la pérdida de los seres queridos.
Este es el primer largometraje del multitalentoso director Taika Waititi, sin embargo su nombre era conocido por una nominación al oscar en 1993 que consiguió gracias a su cortometraje Two cars, one night, y por su trabajo en la famosa serie de televisión Flight of the conchords.
Quizá el referente más cercano a este film sea la aclamada comedia Napoleon Dynamite (Jared Ness, 1995), pues ambas películas nos presentan antihéroes fracasados, abusados por la sociedad y que al final logran algo sin haber un cambio sustancial en sus personalidades o tener un aprendizaje moralista. Eagle vs Shark representa un deleite, una pequeña joya divertida y con un toque de originalidad que le otorga el haber sido concebida en una isla remota del pacífico sur.