miércoles, 26 de mayo de 2010

The imaginarium of Dr Parnassus



Con mucho intereses esperé el último trabajo de Terry Gilliam (Minnesota 1940), director que ha realizado algunas de mis películas favoritas como Fear and loathing in Las Vegas (199), 12 monkeys (1995) y la extraordinaria, con tintes kafkianos y orwellianos, Brazil (1985). Quizá gracias al sorprendente trabajo visual del filme, que se dejaba ver ya en el tráiler y en los carteles, mis expectativas fueron demasiado altas, alimentadas igualmente por la demora de la película en las salas de cine mexicanas. Sin embargo después de una primera vista el sabor que me queda en la boca es de desencanto.

Ya alguna vez, una amistad (cuya opinión aprecio mucho) me había comentado que le parecía que las películas de Gilliam carecían de “algo” que les diera consistencia. Antes no me había planteado esto pero me hizo sentido. Sin lugar a dudas éste ex -Monthy Pyton sabe manejar una imaginaria visual deslumbrante y ha desarrollado un estilo único y cautivador. Sus films contienen una visón del mundo particular y dejan ver reiteradamente las obsesiones del director, lo que lo convierte en un verdadero autor. Sin embargo sus trabajos, a excepción de 12 monkeys y Brazil, no logran cerrar el círculo que se traza a lo largo de la historia.

A mi parecer ése es el principal defecto de El imaginario mundo del doctor Parnassus, la más reciente producción de Gilliam y la última donde trabajara el fallecido Heath Ledger.

Quizá fue la muerte de Ledger, antes de finalizar la filmación, lo que truncó la obra e impidió su consolidación; ya que después del deceso tuvieron que realizarse ajustes a la historia para que pudiera ser completada con otros tres actores, amigos de Ledger (Johnny Deep, Jude Law y Collin Farrell), que interpretan al mismo personaje cuando cruza un fantástico espejo que lo conduce a un mundo imaginario.

La historia nos presenta a un extravagante y decaída caravana circense que, bajo la batuta del milenario Dr Parnassus (Christopher Plummer), merodean sin éxito por las húmedas calles de Londres. El Dr Parnassus, especie de sabio, mago y portal de la mente, goza de la inmortalidad, cualidad obtenida gracias a las múltiples apuestas que mantiene con el diablo (interpretado por un empático Tom Waits) e intenta cuidar de su única hija de las garras del maligno. La suerte de los estrambóticos personajes cambia cuando conocen a Tony (multi-interpretado por los actores antes mencionados) que los ayudará a dar un giro a su espectáculo ambulante pero que se mantendrá moviéndose en una moral indefinida y cuyos verdaderos intereses serán develados en el desenlace.

Visualmente impactante, El imaginario mundo del Dr Parnassus, nos ofrece uno de los mejores trabajos en los últimos años, en cuanto a diseño de arte y efectos especiales se refiere y nos muestra una crítica sobre la una sociedad enviciada, corrompida y alejada de la imaginación que “es lo que da luz a nuestras vidas” (como afirma el Dr Parnassus). Sin embargo los huecos narrativos, las forzadas actuaciones, la demasiado intrincada trama y la cámara con un movimiento incesante, la colocan muy por debajo de los mejores trabajos del director, aunque e cartelera representen una de las mejores opciones comparada con el mar de banalidades que la rodean.


Shadows

Agnès
Gracias por Cassavetes


El cine independiente norteamericano se ha ganado el respeto internacional y ha producido algunas de las cintas mas memorables de todos lo tiempos. El hecho que directores como Scorsese, Brian de Palma, David Lynch, los hermanos Coen, Jarmusch, entre muchos, hayan podido realizar sus Films alejados de los grandes estudios de Hollywood, les permitió imprimir en sus obras una visión particular del mundo y una libertad para transmitir ideas frescas y revitalizadoras para el séptimo arte.

Aunque desde los años veinte el cine independiente comenzó a ver la luz, no fue si no hasta finales de los cincuenta que surgiría una obra fundamental en la vida de éste y que sería un parteaguas para el cine norteamericano en general. El 11 de noviembre de 1959 fue estrenada la ópera prima del director neoyorquino John Cassavetes (New York 1929), Shadows.

La importancia de Shadows podemos apreciarla, más que en sus características como pieza fílmica, en el legado que representa. Hasta ese momento la forma que se hacía cine en Estados Unidos era totalmente diferente, siempre sujeta a formalidades estrictas y a formas narrativas convencionales.

Cassavetes, que por aquel entonces gozaba ya de fama como actor de televisión, decidió realizar un film, con los estudiantes de un taller de actuación que él mismo impartía, un ejercicio que serviría para que los jóvenes actores pudieran ver su trabajo y analizarlo. Un material que nunca fue concebido para su proyección en salas terminó por convertirse un año después en la ganadora del premio de la crítica en el festival de Venecia y abrir brechas para nuevos realizadores.

El film está compuesto de una serie de escenas primeramente inconexas que, a base de improvisaciones actorales, van dando pie a una parte de la historia familiar de tres hermanos afroamericanos y su cotidianeidad en la gran manzana.

El color de la piel de los protagonistas, y un incidente suscitado en una de las escenas, ha dado lugar a que mucha gente piense que el tema de la película se centra en las problemáticas raciales que aquejaban a la sociedad norteamericana de aquel entonces; sin embargo creo que esta no fue la pretensión de Cassavetes.

Si bien si se hace alusión a un problema racial, que en algún momento es determínate para los personajes, no es el eje central de la película, como lo es la preocupación del director por poder capturar la esencia de las relaciones humanas y poder transmitirlas con el mayor grado de naturalidad. La trama no es lo más importante, si no lo que ocurre en la pantalla.

Al final de la película aparece un cartel que dice “El film que acaba de ver fue una improvisación” que, si bien no es del todo real (ya que la mayor parte de las escenas que se utilizaron para la edición final fueron escritas), si existe un espíritu más libre y una frescura de los personajes quizá nunca antes vista.

Después de Shadows, Cassavetes realizó algunos films con los grandes estudios, sin embargo nunca se alejó del cine independiente, y aunque sus películas quizá no influyeron tanto en el estilo de otros directores si fueron un camino para la experimentación personal.